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“La cultura se come a la estrategia para desayunar”

Un líder empresarial puede ejercer su influencia para conseguir resultados a través de la estrategia y, sobre todo, a través de la capacidad para ejecutarla.

Si reflexionamos sobre estos dos aspectos, queda claro que el más difícil de ambos es la ejecución, la implantación, la implementación de la estrategia.

La estrategia, al fin y al cabo, es el qué y reflexionar sobre ello y sobre lo que se quiere conseguir con ese qué no es muy difícil. El verdadero reto está en el cómo y, sobre todo, en conseguir que las personas lo ejecuten con el nivel de efectividad necesario.

Pero por qué es tan difícil la ejecución de la estrategia. Pueden existir varias y diversas razones, pero en este artículo nos vamos a centrar en una de ellas que es crítica: el torbellino.

Y qué es el torbellino, pues ni más, ni menos que el trabajo del día a día, la inmediatez, lo urgente, el apagar fuegos aquí y allá. Este torbellino, esta gestión del día a día entra directamente en conflicto con la estrategia y su ejecución. Está claro que la gestión del día a día es necesaria y al estar relacionada con lo que conocemos, con lo que sabemos hacer, entra dentro de nuestra “zona de confort”, y la estrategia al estar directamente relacionada con el futuro, con lo nuevo, con el cambio, con la incertidumbre y esto es, precisamente, lo que sale de nuestra “zona de confort” y nos da miedo, de tal forma que la gestión del día a día y la estrategia tienen que competir con la atención de las personas, con el tiempo, con la energía, con las prioridades y la condición humana que tiende siempre a ir a lo conocido y evitar lo desconocido.

Por tanto, en las empresas hay que evitar todas aquellas barreras que impiden poner en marcha las metas estratégicas. Y, por lo tanto, todo el mundo en la compañía debe:

  • Conocer las prioridades de la empresa.
  • Motivar y comprometer a las personas con la consecución de esas prioridades.
  • Priorizar las tareas de tal forma que se dedique tiempo a dichas prioridades.

Y, sobre todo,

  • Explicar que tiene que hacer cada persona del equipo para poder alcanzarlas.

Es en definitiva alinear a las personas con la estrategia de la empresa. Y para conciliar la gestión del día a día y la estrategia todas las personas deben tener en su agenda semanal de trabajo cuáles son los objetivos que tienen que alcanzar y las tareas que tienen que poner en marcha para ello y, después disponer de aquellas otras tareas que, siendo necesarias en la gestión diaria, no son las que van a llevar a los objetivos y dar siempre prioridad a aquellas tareas que te llevan a los objetivos estratégicos.

Es necesario que en las empresas los líderes implanten una cultura que permita gestionar las tareas rutinarias necesarias para el normal funcionamiento de la empresa, pero también con el continuo cambio y la continua implantación de nuevas estrategias que van a llevar a la empresa a su desarrollo y crecimiento. De otra forma la empresa no estará nunca preparada para competir y avanzar y su torbellino diario hará que finalmente desaparezca.

Hay que crear una cultura orientada a la ejecución de lo estratégicamente importante. Si esto no es así ocurrirá lo que decía Peter Drucker: “la cultura se come a la estrategia para desayunar”.

José Ángel Morales Medrano
Socio – Fundador
Musashi asesores consultores

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