Formación, formación y formación.
La formación en las empresas supone un impacto beneficioso que nadie puede discutir, ya se ha podido demostrar que existe una correlación directa entre lo que una empresa invierte en el desarrollo de las personas y el propio desarrollo de las empresas, creciendo su rentabilidad, mejorando la calidad de los productos y/o servicios el mayor compromiso de las personas con su trabajo.
La formación ayuda a reducir las posibles desigualdades existentes en las empresas, no solo ya por cuestión de género, sino que ofrece oportunidades a todas las personas para que su desarrollo profesional sea continuo y puedan mejorar sus condiciones laborales.
Unas de las preguntas que se le hace a la plantilla cuando se está realizando el diagnóstico de situación de un Plan de Igualdad son las siguientes: ¿La formación que ofrece la empresa es accesible a todas las personas independientemente de su sexo? ¿Tienes acceso a los cursos de formación que la empresa ofrece a la plantilla?
Lo que se pretende con estas preguntas es conocer si la empresa tiene un plan formativo planificado, que sea participativo e incluya a todas las personas de la organización. En algunas ocasiones nos hemos encontrado con situaciones en las que, si bien la empresa no lo hace con intención de perjudicar a una persona concreta e incluso a un colectivo concreto, el no tener en cuenta determinadas cuestiones a la hora de planificar un curso formativo, puede estar discriminando de manera indirecta a determinadas personas, por lo general, mujeres.
Como ejemplo, hemos tenido casos en los que la empresa imparte formación a su plantilla, pero ¿qué ocurre? que en algunas ocasiones lo hace en horario de tarde, impidiendo, por tanto, que puedan participar aquellas personas con horario de mañana por tener jornada intensiva y/o contratos a tiempo parcial, y por lo general, según datos estadísticos, la mayoría son mujeres. Valorando esta situación, hemos podido proponer a estas empresas que se cambie el horario en el que se imparten los cursos formativos, de manera que así puedan participar las personas que únicamente trabajan en ese turno de mañana, ampliando así el número de personas que se benefician de la formación que se imparte en la empresa.
En el ámbito de la Igualdad ocurre lo mismo, invertir en formación específica hará que las empresas obtengan mejores resultados, tanto a nivel económico como a nivel de clima laboral.
A nadie se le ocurre que una persona que trabaja en una empresa no conozca el funcionamiento de la máquina/herramienta con la que trabaja a diario, pues con la formación en Igualdad pasa exactamente igual, a nadie se le ocurre que una empresa que pretenda llevar a cabo una transformación individual y colectiva hacia la igualdad de género, no lo haga mediante la sensibilización y el fomento del aprendizaje, la creación de conocimientos y el desarrollo de habilidades.
La formación en Igualdad es algo esencial para que la empresa avance, siendo así un proceso transformador que tiene como objetivo proporcionar conocimientos, técnicas y herramientas que provocará cambios en las actitudes y comportamientos de las personas. Es un proceso que debe ser continuo, provocando un impacto a medio-largo plazo, logrando crear empresas inclusivas que reconozcan la necesidad de promover la igualdad de género, y esto a su vez, se proyectará al resto de la sociedad.
Independientemente de la formación que necesariamente se tiene que impartir en igualdad (incluyendo la dirección y gerencia), las empresas deben garantizar a la plantilla, hombres y mujeres, el acceso a toda la formación que imparte la empresa, con el fin de promover el desarrollo de la carrera profesional y su adaptabilidad a los requisitos del puesto de trabajo y, de igual forma, asegurando el conocimiento del Plan de Igualdad y sus acciones formativas, independientemente del grupo profesional y puesto.
En términos generales, las empresas tienen que potenciar y poner en valor las grandes ventajas de la formación, aquellas que utilizan programas de formación tienen mayores posibilidades de:
- Adaptar la empresa a las últimas tendencias del mercado, incorporando las nuevas tecnologías y sistemas de gestión y organización.
- Aumentar las ventajas competitivas de la empresa.
- Facilitar la consolidación de la misión, cultura y valores de la empresa.
- Mejorar la productividad, la competitividad y la rentabilidad de la empresa.
- Incrementar la calidad de los productos y servicios.
- Favorecer la investigación e innovación en nuevos productos.
- Permitir la realización de cambios de estructura en la organización.
- Contar con personas trabajadoras polivalentes en la empresa.
- Aplicar las estrategias de gestión del talento.
- Potenciar los procesos de gestión de calidad de las empresas.
- Mejorar la motivación laboral y el compromiso de las personas trabajadoras.
- Optimizar el uso de las aplicaciones y programas.
- Retener el talento.
Como primer paso, una vez concluido el Plan de Igualdad, la empresa debe programar una sesión formativa para toda la plantilla para que pueda conocer el contenido y desarrollo de un Plan de Igualdad, con todas las áreas analizadas y las medidas que se pretenden llevar a cabo.
Cuando se dispone en una empresa de un Plan de Igualdad, lo normal es que se disponga, o se tengan que aprobar, distintos protocolos, procedimientos, sistemas internos, etc., ya que dicho Plan de Igualdad ayuda a las empresas en su desarrollo interno, intentando que todo en la empresa esté planificado y haga más fácil su funcionamiento.
Pues bien, si las personas que tienen en su plantilla no saben cómo funcionan, cuándo y quién tiene que aplicarlos si es necesario llevarlo a cabo en un momento determinado, de nada sirve tener esos protocolos, planes y procedimientos.
Lo dicho, formación, formación y formación.
Javier Artacho Reboso
Socio-Director, Responsable Área Laboral