El éxito de la estrategia de una empresa, además de depender del entorno externo en el que se desenvuelve, también tiene una clara dependencia de la capacidad estratégica que tenga la compañía para actuar y ser capaz de alcanzar ese éxito.
La capacidad estratégica de una empresa depende fundamentalmente de tres factores:
- 1.Recursos disponibles: internos y externos, necesarios para aplicar la estrategia.
- 2. Forma como se realizan las actividades en la empresa, es decir, lo competente que sea la empresa. Esto es clave para que la empresa consiga buenos o malos resultados. Una buena referencia es analizar la cadena de valor.
- 3. Equilibrio coordinado entre los recursos y actividades de las distintas áreas internas de la empresa.
Es necesario tener presente que la ventaja competitiva de una compañía se construye a partir de sus recursos y de sus capacidades y esa ventaja competitiva es fundamental para la formulación de la estrategia.
Pero, ¿cuáles son los recursos de la empresa? Son aquellos activos que podemos identificar claramente:
- – Activos físicos: instalaciones y equipos.
- – Activos organizativos: procesos y procedimientos internos de las distintas áreas de empresa.
- – Activos financieros: tesorería, capacidad endeudamiento, etc.
- – Activos tecnológicos: equipos y sistemas.
- – Etc.
También podemos hablar de los recursos intangibles “que no se tocan”, pero que están presentes en la empresa a través de la experiencia de los equipos de personas, de sus conocimientos colectivos, de sus buenas prácticas y de su saber hacer acumulado.
En cuanto a las capacidades están relacionadas con las competencias y habilidades que una compañía utiliza cada día para transformar su materia prima en producto o servicio final que entregará al mercado. Me refiero, por ejemplo, a un excelente servicio posventa o a la capacidad de adaptación de la empresa a las continuas necesidades del mercado, etc.
No olvidemos que estos recursos y capacidades pueden ayudar en el camino hacia el éxito de la compañía pero serán definitivos cuando sean fuente de ventajas competitivas porque permita a la empresa ser más eficaz o eficiente que la competencia; sean recursos exclusivos de los que no puedan disponer otras empresas del sector, ya que si no se estaría en igualdad de condiciones para competir y, también, que sean recursos o capacidades que no se puedan imitar permitiendo dotar a la empresa de una alta capacidad creando, además, un valor diferencial en el mercado.
Por lo tanto, es fundamental ser conscientes de cuáles son los recursos y las capacidades de nuestra empresa para formular una estrategia coherente con esos activos y que nuestra estrategia no se convierta así en un querer y no poder.
José Ángel Morales Medrano
Socio – Fundador
Musashi asesores consultores